El cambio climático no es el único problema que amenaza la civilización del siglo XXI. En este ensayo quiero llamar la atención sobre el próximo gran problema: los reemplazos permanentes del trabajo humano por robots e inteligencia artificial. Después de discutir el alcance y el impacto potencial en la sociedad de este problema, ofreceré una breve descripción de los caminos que tenemos para prevenir, mediar o compensar estos riesgos.
La sustitución del trabajo humano (y animal) por máquinas no es nueva. Pero los robots no son sólo avanzadas máquinas, como tampoco la inteligencia artificial es solamente un software. Conceptualmente, un robot es una máquina diseñada específicamente para realizar capacidades humanas, y puede hacerlo con cierto grado de autonomía. La ola actual de robotización, a veces conocida como la “Cuarta Revolución Industrial”, se trata de robots cada vez más baratos y avanzados que conducen, venden, cultivan, construyen, hablan y analizan. Los últimos dos son esenciales, ya que la automatización también amenaza muchos trabajos de servicio y conocimiento. Abogados y analistas financieros, por ejemplo. De esto se desprende el problema filosófico central de que llegamos a ser lo suficientemente avanzados como para crear entidades artificiales que son mejores que nosotros en lo que hacemos. Un trágico ejemplo de la diferencia entre sabiduría e inteligencia.
De las muchas preocupaciones éticas y sociales que rodean a la robotización, el riesgo de desempleo tecnológico masivo es el más tangible. Pero, ¿qué tan grande es este riesgo? Existen varias estimaciones para los países occidentales. En 2013, Frey y Osborne estimaron que el 47% de los empleos en los Estados Unidos tienen un alto derecho (+ 70%) de ser automatizados (nota 1). En ese momento, esto estaba en línea con las estimaciones de las empresas de consultoría y los bancos de inversión en ambos lados del Atlántico. Estimaciones conservadoras en 2016 predijeron que el 9% de los estadounidenses tenían un riesgo muy alto (> 70%) de ser automatizados, aunque muchos más conllevan algún riesgo (nota 2). Como éstos son más antiguos y enfocados sólo en Estados Unidos, sería mejor mirar las estimaciones de 2018 de la OCDE para 32 países industrializados (lamentablemente excluyendo a México). Este informe (nota 3) estima que el trabajo medio tiene un 48% de posibilidades de ser automatizado. O, alternativamente, el 14% de los trabajos tienen un riesgo muy alto, mientras que el 32% tiene un riesgo de más de la mitad.
Dos comentarios adicionales: primero, si observamos los sectores de alto riesgo, esto incluye a los sospechosos habituales como la minería, la manufactura o la agricultura, pero también servicios como la preparación de alimentos (riesgo nr.1), la limpieza (Nr.2) y el transporte. Incluso los trabajos en sectores que conllevan el riesgo más bajo, como la educación, aún tienen más de una probabilidad entre cuatro de ser automatizados. Segunda observación: este riesgo se distribuye de manera desigual entre los países, y aunque no existen cifras para México, comparte factores de riesgo con aquellos países en el extremo equivocado del espectro, como el bajo nivel educativo.
Soy muy consciente que puedo sonar como el profeta de la fatalidad, pero este es un asunto muy serio. Tampoco es un tema de “izquierda”, ya que he visto sorprendentemente poca resistencia a discutir este tema con la clase capitalista. Son más bien sus partidarios economistas, los medios y, por supuesto, los ingenieros de tecnología los que han minimizado el problema. Multimillonarios como Bill Gates y Elon Musk han expresado su preocupación por el tema, probablemente porque saben cuál es el plan. Dentro de México, el candidato conservador Ricardo Anaya fue el primero en mencionar este tema. Si bien el debate sobre el alcance de este problema merece un ensayo propio, los optimistas en general no comprenden una de las siguientes tres cosas:
A. El aliento de la robotización, estereotipandolo como una transición adicional del trabajo manual al trabajo intelectual, mientras que la inteligencia artificial se trata exactamente de reemplazar el segundo.
B. El hecho de que los robots están destinados a reemplazarnos, en lugar de mejorar nuestra productividad. El auto sin conductor no “ayuda” al taxista a ser más productivo, como cuando el auto mejoró el carro, la reemplaza. ¿A dónde van exactamente todos los cocineros y camareros en McDonalds?
C. No ver esto último proviene del pensamiento utópico que ignora el contexto capitalista. Si los robots se desarrollan con la intención explícita de reemplazar a los trabajadores y reducir los costos laborales, ¿por qué asumir otros resultados? Quizás sea factible en un contexto alternativo, pero este no es un proceso democrático.
¿Qué está en riesgo? El contrato social capitalista, que se basa en el trabajo asalariado. Sin empleos ni medios de producción, los trabajadores se vuelven extremadamente vulnerables a la pobreza estructural. Esto genera crisis en el ingreso familiar, pero también puede provocar la pérdida del estatus social y el propósito general. Hacer cosas es una parte importante de la autorrealización y el trabajo es un derecho humano, sin el cual los humanos se sienten incompletos. Pero espera, dices que tu papá es rico y que tenías la intención de relajarte junto a la piscina, entonces ¿por qué te importa? ¿Recuerdas a los multimillonarios preocupados? He aquí por qué: si miles de millones de personas en todo el mundo pierden sus ingresos, ¿quién comprará los productos de tu padre? La crisis seguirá ya que, por un lado, los robots permitirán una sobreproducción aún mayor, mientras que, por otro lado, reducirán la demanda. Como el temprano teórico capitalista David Ricardo ya entendió en 1821 (nota 4): el capitalismo no fue construido para esto.
Al igual que Greta Thunberg entorno al tema del calentamiento global, quiero que esto te provoque pánico, que no tengas esperanzas. Sin embargo, no quiero que te paralices. Parte del problema es exactamente la suposición de que el cambio tecnológico simplemente nos “sucede”, como si la política no tuviera un papel que desempeñar. ¿Qué se debe hacer? En mi investigación, he establecido tres amplios cursos de acción: prevención, mediación y compensación.
- Prevención. Evitar la sustitución del trabajo humano mediante la contención de la robotización es, por mucho, la solución más efectiva y clara. Sin embargo, en mi experiencia, este es el camino del que nadie involucrado en este campo quiere hablar. Aún así, la tecnología se construye socialmente: es el resultado de procesos sociales y decisiones humanas, que podrían cambiar. Si Europa puede prohibir los OGM y China puede controlar el Internet, la robotización es una decisión y una opción. En la práctica, esto se disuelve en políticas tales como gravar impuestos a los robots, detener la inversión en el desarrollo de Inteligencia Artificial y subsidiar las industrias intensivas en mano de obra humana. Turismo, por ejemplo. Y a nivel individual: un movimiento de consumo “hecho por el hombre” que rivaliza con el vegano.
- Mediación. La sustitución del trabajo humano no se traduce completamente en desempleo, ya que varios factores “median” los efectos en el mercado laboral. Una solución muy convencional sería invertir masivamente en capacitación y, especialmente, en retener, lo que sería la transición a otros trabajos, si es que existen. Más audaz sería distribuir mejor los empleos existentes sobre la población a través de la reducción del tiempo de trabajo y las garantías salariales. Ahora muchas personas, incluido tu servidor, hacen malabarismos con múltiples trabajos y / o trabajan horas extras. Si pudiéramos trabajar menos, la misma cantidad de trabajos podría distribuirse entre más personas. Se podría lograr un efecto similar al permitir que las personas abandonen el mercado laboral más fácilmente sin temor a la inanición, por ejemplo aumentando las pensiones (y / o reduciendo la edad). Para mi multitud feminista: ¿qué tal una mayor licencia de maternidad o paternidad? Una opción verdaderamente radical sería cuestionar la propiedad privada y apoyar una economía más cooperativa. El problema con los robots en el capitalismo no es solo que reemplacen a los trabajadores, sino que los trabajadores no tienen control sobre este proceso. Si los trabajadores tienen un control democrático en las empresas, podrían guiar mejor este proceso o, como mínimo, evitar ser excluidos de las ganancias en productividad.
- Compensación. Si los poderes existentes insisten en hacer que los humanos sean obsoletos, al menos deberían compensarnos financieramente y evitar la pobreza masiva y el hambre. Cuando se trata de compensación, las discusiones generalmente se resuelven en torno a dos modelos. El primero es el Ingreso Básico Universal (IBU), que implica pagos fijos periódicos, generalmente bajos (“ingreso básico”) a todos los ciudadanos, para siempre (“universal”). Se les paga independientemente del estado ocupacional (Carlos Slim los obtendría), y en la mayoría de los modelos, hay muchos, lo suficientemente altos como para evitar el hambre. Dado el enorme costo de este programa, a menudo se financia eliminando todas las demás políticas sociales, como fue, por ejemplo, el caso en la propuesta de Ricardo Anaya en las elecciones de 2016. La alternativa es la expansión o (en el caso de México) la introducción del seguro de desempleo, que tiene como objetivo proteger sólo a quienes sufren de desempleo. Dado que este programa es selectivo en lugar de universal, podría soportar pagos más altos. Pero a diferencia del ingreso básico, solo por una duración limitada.
Cualquier esfuerzo político serio para enfrentar la robotización implica al menos una mezcla de los enfoques anteriores, ya que ninguna acción única (además de la contención) resolverá el problema. Debemos ser cautelosos con los políticos que nos prometen soluciones “generales”, que sólo sirven como excusa para robotizar aún más. Este suele ser el caso con el IBU, que hace injusticia a la idea al hacerla más de lo que es. Pero antes de todo esto, debemos crear conciencia sobre este nuevo problema social y comenzar a formar amplias alianzas para la protección del trabajo humano.
Entonces, ¿la robotización es realmente peor que el cambio climático? Depende. El impacto y el alcance de la automatización es claramente más limitado que el del calentamiento global. En el peor de los casos, termina la civilización, no la vida en la tierra misma. Pero desde la perspectiva de los ciudadanos comunes, este desastre nos llega en una manera mucho más rápida.
Traducido por Liliana Ramírez Enríquez
(1) The Future of Employment: How Susceptible are Jobs to Computerisation? Available at: http://www.oxfordmartin.ox.ac.uk/publications/view/1314
(2) Arntz et al. (2016). “The risk of automation for jobs in OECD countries: A comparative analysis”, OECD Social, Employment, and Migration Working Papers, no. 189.
(3) Nedelkoska & Quintini (2018) “Automation, skills use and training”, OECD Social, Employment and Migration Working Papers, no. 202.
(4) Despite being an advocate of capitalism, In “On the Principles of Political Economy and Taxation” he noted the problems machines would cause for societal distribution, decades before Marx.