El COVID-19 hace visible la dependencia que el trabajo juega en nuestra sociedad. Con la amenaza de la robotización en el futuro cercano y la amenaza de los virus de vez en cuando, es hora de que México adopte un programa de seguro de desempleo. Este ensayo describe mi propio plan para esta política.
La cuarta transformación inició o reinició varios programas sociales que no existían formalmente antes de 2019. Estos incluyen entre muchas otras pensiones universales, apoyo a madres trabajadoras, apoyo a los ingresos para personas discapacitadas, transferencias monetarias condicionadas para jóvenes que van a la escuela, programas de empleo para adultos jóvenes, etc. La pandemia mundial actual destaca la importancia de tal apoyo y medidas, ya que permiten a las personas permanecer en el interior. Pero también reveló una brecha: existen muy pocas medidas que protejan a los adultos que trabajan (especialmente a los hombres) del desempleo prolongado. Tal programa solo existe en la Ciudad de México, pero no existe para la población en general. En lo que sigue explicaré primero qué es el seguro de desempleo, antes de describir cómo esto influye en nuestras dos amenazas más inmediatas: brotes de virus y robotización. Finalmente, presentaré un modelo dinámico para el seguro de desempleo que desarrollé en los últimos años.
¿Qué es el seguro de desempleo? Es una política social que toma la forma de pagos periódicos que apoyan a los trabajadores que recientemente han perdido su empleo involuntariamente. Es diferente de la indemnización por despido en la medida en que a) es mensual, b) no la paga el empleador, sino el programa. En la mayoría de los casos, las personas primero deben “acumular” al haber trabajado durante un tiempo, y deben aceptar cualquier requisito que el gobierno les pida (por ejemplo, tomar un curso). El seguro de desempleo ayuda a: a) proteger a los trabajadores de la pobreza, b) proporcionar estabilidad macroeconómica debido al ajuste de la demanda, y c) mejorar los mercados laborales dirigiendo a las personas hacia los trabajos adecuados. Esto es común en casi todos los países del mundo industrializado, incluidos muchos países latinos: Brasil, Argentina, Chile, Uruguay, Venezuela y Ecuador. No existe un estándar internacional y cada país tiene su propia forma de organizarlo, con variaciones en duración, compensación, requisitos, financiamiento, etc. Esto significa que hay mucho espacio para adaptar este principio a las preferencias políticas y las necesidades nacionales con sus respectivas capacidades. Sin embargo, además de un intento fallido de implementación por parte de EPN en 2013, México nunca dio el paso para proteger a los trabajadores del desempleo estructural.
Además de que es un Derecho Humano explícito (Artículo 25), explicaré dos razones distintas por las cuales México debe adaptarse urgentemente a mi propuesta: pandemias y robots.
Mi propuesta probablemente llegue demasiado tarde para la actual crisis del Coronavirus, pero debemos recordar que el último brote de H1N1 fue hace solo una década. Por lo tanto, no es irrazonable suponer que tal situación se repetirá en un futuro cercano. ¿Cómo es relevante el seguro de desempleo aquí? La forma principal de combatir los virus una vez que han ingresado a la población es el distanciamiento social (y la higiene). Esto es muy difícil en el lugar de trabajo, por lo que muchas personas trabajan desde casa si pueden. Sin embargo, para la mayoría de la clase trabajadora de este país, esta no es una opción. Poco menos de la mitad de la población mexicana vive en la pobreza y gana menos de 3200 pesos (en ciudades) y 2100 pesos (en el campo) por mes. Para estas familias, no trabajar equivale a perecer. Si las élites quieren (u obligan) a las personas a dejar de trabajar, necesitamos un mecanismo de compensación de ingresos que les permita “aterrizar” sin morir de hambre. Esto es tanto una cuestión de salud pública como de justicia social. También protege a aquellos que involuntariamente están sin trabajo debido a despidos de crisis o cierres temporales no pagados. Finalmente, debemos tener en cuenta que el cierre de escuelas ejerce una mayor presión financiera sobre las familias que no tienen ayuda doméstica, ya que reduce la capacidad de generar ingresos. Incluso muchas familias de clase media encontrarían alivio en un modesto apoyo de ingresos que les permita sobrevivir sin perder su posición social. Dado que todos pueden contraer el virus o trabajar en una empresa que cierra, tiene sentido cubrir a todos los trabajadores.
El reemplazo masivo de trabajadores humanos por robots e inteligencia artificial en el futuro cercano es una segunda razón por la cual México no debería esperar la adopción de políticas de desempleo.
En un ensayo anterior escribí sobre cómo la robotización rivalizará con el cambio climático como uno de los desafíos fundamentales para el contrato social de nuestra vida. Si bien la próxima crisis podría interrumpirlo o acelerarlo, esta ola se acerca y las respuestas gubernamentales en todo el mundo han sido lentas o ausentes. Aproximadamente la mitad de los empleos existentes podrían desaparecer, lo que llevaría a niveles de desempleo que no hemos visto antes. A diferencia de las revoluciones industriales anteriores, esto tendría un impacto mucho más amplio en la población, lo que crea la solidaridad para implementar el seguro de desempleo. Una encuesta a 366 personas en Nuevo León realizada por mi propio equipo muestra que el 86% de las personas consideran que su trabajo es reemplazable al menos en parte por robots. En nuestro estado conservador, el 86,9% de los encuestados apoya el principio del seguro de desempleo como respuesta a la automatización, y el 91,6% piensa que esto debería cubrir a todos los trabajadores, ¡no sólo a los afectados por la automatización! Esto ofrece una nueva oportunidad para finalmente implementar esta política y ponerse al día con el resto del mundo. Por supuesto, el seguro de desempleo por sí solo no puede detener este problema y solo sería una primera respuesta para proteger a la población y ganar tiempo para medidas más elaboradas. No tener tales medidas en vigor deja a México totalmente abierto a las crisis macroeconómicas.
Por lo tanto, la robotización y el coronavirus tienen dos cosas más en común: pueden afectar a cualquiera y son impredecibles. Prácticamente nadie vio venir la pandemia mundial, y aunque hay muchas estimaciones disponibles, cómo exactamente la robotización afectará las cifras finales de desempleo es inseguro, especialmente para México. Esto último es muy importante cuando pensamos en la implementación del seguro de desempleo, porque las políticas generalmente se diseñan teniendo en cuenta un determinado escenario. Normalmente se trata de recesiones económicas cíclicas o desempleo por fricción (mano de obra estacional, burbujas económicas, etc.). Si ese escenario cambia, la política se vuelve inadecuada. Por ejemplo, ¿cuánto debe durar el seguro? En un país con un desempleo bajo típico, como México, hacer que dure mucho tiempo suena irresponsable, lo anterior en relación con el incentivo laboral. Pero si el mercado laboral cambia a un punto en el que simplemente no hay empleos, se necesitan plazos más largos para permitir los esfuerzos de entrenamiento. Por lo tanto, los tiempos inciertos requieren un diseño flexible. A continuación le presentaré un resumen de mi modelo conceptual para el Seguro de desempleo adaptativo, escrito principalmente con los robots en mente. Tenga en cuenta que este es un resumen y todos los números son sólo ejemplos, no finalidades. Para una explicación completa de todas las variables y la lógica detrás de cada elección, ¡lea el documento completo!
El concepto central es adaptar todas las variables clave de la política cuando la situación del mercado laboral cambia drásticamente. Aunque no son exactamente lo mismo, asumiremos que el desempleo sirve como indicador del impacto de factores estructurales como los robots. Esto crea cuatro escenarios (ver tabla):
1. Bajo desempleo (0-5%): si nada cambia en la economía, necesitamos un seguro que sea estricto en los requisitos pero suficiente en el pago (por ejemplo, 5000 pesos), ya que hay recursos disponibles. El pago es solo por una corta duración (es decir, 6 meses), y se requiere que el receptor demuestre su disposición a encontrar y aceptar trabajo.
2. Desempleo tenso (5-10%): lo que cambió es que más personas necesitan ayuda y que la necesitan por más tiempo. Por lo tanto, el monto recibido debería ser regresivo cada mes, por ejemplo, de 5000 a 2500 pesos. La duración del programa se extiende (por ejemplo, 12 meses) para dar a las personas más tiempo para encontrar un nuevo trabajo. Los requisitos se extienden para incluir el reciclaje, que ahora se convierte en una opción significativa.
3. Crisis de empleo (10-25%): más desempleados con menos posibilidades de encontrar trabajo. Los beneficios se mantienen bajos (por ejemplo, 2500 pesos) para pagar por más personas, pero el tiempo se extiende (24 meses). Los requisitos se amplían aún más para incluir otras actividades útiles, como el cuidado de los miembros de la familia.
4. Escalada total (> 25% de desempleo): la sociedad entra en modo de supervivencia. Los beneficios se mantienen bajos y el tiempo se expande aún más (4 años) ya que la reintegración en el mercado laboral no es realista para muchos. Los requisitos ahora incluyen el trabajo voluntario (perjudicial para el mercado laboral en etapas anteriores y, por supuesto, no en caso de epidemia).
Lo anterior funciona para robots y, en menor medida, otros choques económicos. Para una crisis de virus, solo se aplicarían los primeros (¿dos?) niveles ya que es un evento a corto plazo. De esta manera, nuestro seguro de desempleo adaptativo puede ser una expansión interesante de la protección social en la economía actual, como una herramienta para la gestión de crisis en el cambio de los vientos. Una nota sobre la financiación: estos programas generalmente se pagan mediante una combinación de contribuciones de los trabajadores, impuestos generales e impuestos a las empresas (o beneficios). En un contexto de robots, poner más énfasis en esto último parece ético, ya que son las empresas las que causan este problema y aumentan las ganancias sin crear empleo. Por lo tanto, se podría aumentar el porcentaje de un impuesto menor a las ganancias (o al patrimonio) en cada nivel de escalada, mientras se mantienen constantes las otras dos fuentes. Detalles como las tasas impositivas son objeto de debate y cálculos concretos a nivel federal o estatal, y no nos conciernen aquí.
En una nota final, quiero repetir que aunque México necesita esto desesperadamente, tiene sus limitaciones. En esencia, esta política nos ayuda a ganar tiempo, ya sea para que pase el virus o para que se desencadenen respuestas gubernamentales más efectivas al desempleo. Tampoco cubre a todas las personas que trabajan, solo a todas las personas con empleo formal (!). Dado que las empresas mexicanas son alérgicas a hacer cosas legales, actualmente es menos de la mitad de la población. El gobierno no puede cubrir a aquellos que no están registrados, ya que no contribuyen ni pueden probar que perdieron un trabajo que nunca (formalmente) tuvieron. Si la mentalidad está lista, México podría desarrollar un nuevo programa de asistencia social (financiado a través de recursos generales) que también paga una pequeña suma por una duración limitada para todos aquellos que “reclaman”, en lugar de “prueban”, el desempleo. Aunque es una pesadilla administrativa, tal medida tendría sentido especialmente en el escenario actual de un brote de virus. La propuesta completa, escrita para la red Nuevo León 4.0 con Robots en mente, se puede encontrar en nuestro sitio web.
Traducido por Liliana Ramírez Enríquez