A las personas privilegiadas les encanta hablar de emprendimiento, pero ¿cómo luce una visión progresista del tema? Primero discutiremos la diferencia entre una apropiación tradicional y progresiva del concepto, antes de introducir una política que sea a la vez social y aliente a los jóvenes emprendedores.
La palabra “emprendedor” tiene una importancia ideológica crucial para la sociedad moderna. El discurso que rodea a esta palabra da nueva vida al estatus de la clase capitalista, proporcionándole asociaciones con la creatividad y aspiración. Esto es especialmente cierto en contextos que celebran y se identifican abiertamente con el concepto, como el norte de México y en particular Nuevo León. ¿En qué sentido podría la izquierda tener un debate relevante sobre el emprendimiento? Primero discutiré brevemente el funcionamiento ideológico actual del concepto, antes de responder cómo la izquierda podría apropiarse de él. El texto finaliza defendiendo una propuesta para una adaptación local de una política conocida en el Reino Unido como Child Trust Fund. En esta política social el Estado entrega cuentas de inversión a los recién nacidos para garantizar que cuenten con un mínimo de activos para empezar en su adolescencia.
Un emprendedor es alguien que inicia una empresa, por lo general, pero no exclusivamente, en un mercado. Dado que la palabra tiene connotaciones positivas generales, la clase capitalista se ha apropiado de ella como sinónimo práctico. Esto, por supuesto, es un error, como muestra el economista Thomas Piketty en su clásico instantáneo “El capital en el siglo XXI” del 2014, la mayor parte de la riqueza se hereda o se obtiene a través de actividades de búsqueda de rentas. En este contexto, la creciente deificación de los empresarios en la actualidad tiene múltiples funciones ideológicas.
La primera es que convierte a la clase capitalista en santos y líderes, asociados a la innovación y en posesión de una ventaja “arriesgada”. Aunque nuestra experiencia con los CEO’s como líderes reales (Fox, Trump, etc.) es aleccionadora, generaciones enteras crecieron viendo a los space-bros como Musk o Branson como héroes (el tercero calvo carece de carisma). Los ricos necesitaban urgentemente este lavado de cara, ya que una encuesta de abril de 2021 del CELAG muestra que solo el 21% de los mexicanos cree que los ricos ganaron su dinero a través de la capacidad, con un 55.5% asumiendo corrupción y casi un 18% como herencia familiar, entre otros.
La segunda función ideológica del culto al emprendedor es la difusión del pensamiento aspiracional, parte de un cambio cultural más amplio hacia la filosofía aspiracional y motivacional. Esto ayuda a las personas a identificarse con “aquellos que lo lograron” y a percibirse a sí mismos como “escalando la montaña” en lugar de ser conscientes de sus circunstancias y clase social real.
Una tercera función ideológica es que el espíritu empresarial proporciona una lente favorable a los negocios, a través de la cual, se pueden ver los problemas sociales y una solución inmediata a esos problemas. Cursos de emprendimiento en la escuela, microcréditos para mujeres pobres y charlas inspiradoras son parte de la caja de herramientas. Si la vida te da limones, vende limonada.
Frente a esta acusación ideológica del espíritu empresarial, muchos en la izquierda se verían tentados a dejarse intimidar por ella (“Yo también soy una especie de emprendedor”) o abandonar el concepto por completo. Esto es lamentable, ya que, el verdadero desafío es reapropiarse del concepto, porque hay mucho que ganar aquí.
Para empezar, el espíritu empresarial puede apreciarse como una alternativa a la explotación bajo el trabajo asalariado capitalista. Las personas que trabajan en sus propias pequeñas empresas familiares no son explotadas ni explotadoras, una posición que deberían celebrar los socialistas, que podrían posicionarse como defensores de las pequeñas empresas. Esto es más fácil decirlo que hacerlo por supuesto, debido a que, históricamente este es un grupo demográfico particularmente difícil de ganar para la izquierda, misma que debería de dar propuestas concretas para apoyarlos y favorecerlos sobre el gran capital. Después de todo, este es un claro problema distributivo que podemos politizar aquí: en el censo de 2014, el 89% de las empresas en Nuevo León eran microempresas (0.7% grandes empresas), mientras que, en las estadísticas de ingresos de 2019, solo representaban el 11% de los ingresos, ¡pero el 50% era para las grandes!
Un segundo ángulo es desafiar la imagen de “estrella” individualista del espíritu empresarial y reemplazarla por una noción más social de algo que se logra en conjunto. El espíritu empresarial social puede referirse a empresas que persiguen verdaderos resultados tanto sociales como privados (por ejemplo, un restaurante que emplea a personas discapacitadas). También puede referirse a iniciar actividades económicas juntos en un formato cooperativo, donde los inversores y los trabajadores son las mismas personas, por ejemplo, en un colectivo de niñeras o enfermeras a domicilio donde los ingresos se comparten entre los miembros. Dar más visibilidad a este camino del emprendimiento debería ser una prioridad para los progresistas.
Un tercer ángulo tiene que ver con politizar el tema de los activos y preguntar qué se necesitaría realmente para que los jóvenes se arriesgaran a iniciar una empresa comercial. Después de haber enseñado uno de esos cursos obligatorios de emprendimiento del gobierno varias veces, tengo claro que a los jóvenes no les faltan ideas. Las personas que no recibieron dinero de sus padres en el campo de golf principalmente carecen de activos financieros, ya que incluso comenzar con poco es un riesgo irrazonable para la clase trabajadora y la clase media baja en comparación con simplemente tratar de encontrar un trabajo. Pero ¿cómo sería una auténtica solución progresista de esto?
La idea se basa en una innovación social británica llamada Child Trust Fund, que fue introducida en 2001 por el Partido Laborista y (como la mayoría de las cosas buenas) recortada en 2011 por los conservadores. En este concepto, el estado ofreció a las familias de los niños recién nacidos abrir cuentas de inversión a nombre del niño. Luego depositará una cierta suma de dinero en esta cuenta (por ejemplo, 10.000 pesos) y volverá a depositar una suma menor a la edad de siete años (por ejemplo, 2.000 pesos). De conformidad con el principio del universalismo progresivo, los niños de familias vulnerables y los huérfanos recibieron el doble de la cantidad. La cantidad aumentaría naturalmente con el tiempo y los miembros de la familia también pueden agregar dinero a la cuenta, pero solamente el niño puede acceder a ella cuando cumpla dieciocho años. Mi propuesta es una localización de esta idea, que en un estado como Nuevo León lo nombraría de manera poco original el Fondo de los Nuevo Leones; la gente de otros estados tendrían que inventar sus propios nombres; “Vamos Veracruz” y “Activos Aguascalientes” tienen descuento. Esto tiene los siguientes beneficios:
1. Garantizará una cierta cantidad de activos que los jóvenes tendrán que utilizar cuando se conviertan en adultos, por ejemplo, para comprar un vehículo pequeño, comprar un inventario o alquilar una tienda.
2. Les da a los jóvenes algo que esperar, lo que, especialmente en el caso de los más desfavorecidos, puede crear actitudes positivas y autoestima.
3. El uso del dinero no está restringido, pero para acceder a la cuenta, los jóvenes deben completar un curso corto de educación financiera.
4. Si hacemos que el fondo consista en acciones de empresas locales, se crea un vínculo entre los individuos y la economía del estado.
5. El fondo se duplicará como inversión en esas empresas locales. Debemos garantizar una inversión al menos parcial en pequeñas empresas, fomentando así el espíritu empresarial.
6. Puede cambiar las relaciones sociales dentro de la familia, animando a los padres a ahorrar. Además, los abuelos pueden apoyar directamente a los nietos independientemente de su relación de confianza con los padres.
7. El “pago” se retrasa dieciocho años y es para el niño, lo que anula cualquier temor que puedan tener los conservadores con respecto a la planificación familiar irresponsable, pero ayuda a que los jóvenes tengan confianza para formar una familia.
Un programa de este tipo no sería demasiado caro, debido a que se trata de una inversión única, en comparación con los pagos mensuales en otros programas sociales. Ofreceré un cálculo breve para Nuevo León, un estado muy adecuado para un piloto. Usando las cantidades que di como ejemplo y asumiendo una constante de 71.815 nacimientos (datos del 2019) por año, filtrada por una tasa de aceptación del 75% (siguiendo el ejemplo británico), podemos hacer el siguiente cálculo. El costo dependería principalmente de quién clasifique para las tasas dobles (por simplicidad, asumiendo que los nacimientos están distribuidos uniformemente), podríamos optar por una línea de pobreza de ingresos estricta (7809 bebés) o una línea de vulnerabilidad CONEVALS (18.528 bebés). En el escenario estricto, el costo anual sería (7809 x 24000) + (46052 x 12000) = 740 millones de pesos (37 millones de dólares). En la variante generosa costaría: (18528 x 24000) + (35333 x 12000) = 868,6 millones de pesos (43 millones de dólares). O menos del 1% del presupuesto de 107,649 millones de pesos. Dado que esto se invertirá en acciones de empresas locales, podría en caso necesario justificar un pequeño impuesto. También tengan en cuenta que este es el costo para el programa en su capacidad madura, la tasa de aceptación comenzaría mucho más baja y los 2000 adicionales solo empiezan después del séptimo año.
Por supuesto, siempre es más barato hablar solo de emprendimiento y hacer creer a los jóvenes que el secreto es levantarse temprano (spoiler: muchos ya lo hacen). Sin embargo, esto solo sirve para agrandar el ego de quienes dan la charla, en lugar de abrir el espíritu emprendedor como un camino realista para todos. Por eso, los jóvenes necesitan y merecen activos mínimos. Vivimos en una sociedad dividida y políticas como esta podrían unir a las personas. Socialistas, liberales y conservadores deberían encontrar atractivo algún aspecto de esta política, a menos que ambos odien a las familias, a los negocios locales o a los jóvenes. Y a menos que realmente crean que su publicación “Comparta esta imagen para el éxito financiero” va a funcionar, ¡deberían de estar a favor también!
Traducido por Keren Venegas