Las películas de ciencia ficción, al menos en su variante Hollywoodense, no han podido abordar algunas de las preocupaciones tecnológicas de la actualidad. Para este ensayo tomaremos un descanso de la política directa, y usaremos un punto de vista cultural, para reflexionar sobre los obstáculos narrativos inherentes que enfrenta el género al abordar temas como la robotización, además de la autocensura debido a la presión corporativa.
Comencemos con una aclaración: aunque sí estoy familiarizado con el género, no soy un gran seguidor de la ciencia ficción. Hay algunas obvias excepciones a mi reclamo, pero esas son excepciones que prueban la regla. Mi punto es que en general, los blockbusters de ciencia ficción no son aptas para abordar el temor legítimo a ciertos avances tecnológicos. Esto es importante, ya que la ficción es una de las fuentes principales del imaginario colectivo o social. A continuación nos centraremos en los obstáculos que enfrenta la ciencia ficción. Aunque mi argumento aplica a muchos otros problemas, me enfocare en el que mejor conozco: la posible dislocación social masiva en consecuencia del reemplazo de la mano de obra humana con máquinas e inteligencia artificial. Si bien una economía robotizada presenta una serie de problemas (cuestiones de privacidad, dependencia, concentración de poder, etc.), el más obvio y directo es el desempleo masivo.
Claro, hay muchas películas distópicas que contrastan a la humanidad con robots. Pero pensemos en los siguientes blockbusters de ciencia ficción que explícitamente problematizan el tema de los robots:
Yo, Robot
Terminator
Matrix
X-Men: Días del Futuro Pasado
Lo que las cuatro tienen en común, es que la amenaza principal de las máquinas provienen de conflictos violentos o intentos de dominar a los humanos. Solo Yo, Robot contiene una escena en la que Will Smith cuestiona la pérdida de un robot que reemplazó a un artesano, pero después la película se enfoca al tema de un conflicto armado en una urbe. En X-men y Matrix, las personas son esclavizadas o utilizadas por robots, una inversión del desafío concreto que presenta a nuestra economía capitalista. Como era de esperarse, la solución para lidiar con los robots es una forma de conflicto armado, en dos casos incluso hazañas imposibles (por ende ¡políticamente imposible!) como viajes en el tiempo.
¿Por qué? ¿Por qué la ciencia ficción convencional fracasa en preparar a las audiencias ante los problemas inmediatos que sucederian mucho antes que un conflicto armado? Una razón analíticamente poco interesante se relaciona a la economía política y la autocensura corporativa. Series de ciencia ficción como Star Wars o Avengers le pertenecen a compañías como Disney, que no tienen interés en señalar el talón de Aquiles del capitalismo. En general, el sector tecnológico es pro tecnología (¡duh!), y por ende una gran parte de los seguidores de la ciencia ficción está más interesada en los aspectos positivos de la tecnología.
Sin embargo algunas razones tienen que ver con el género en sí. Aunque las películas de ciencia ficción tienen lugar en el futuro, tratan de relacionarse a problemas contemporáneos para atraer a su audiencia. Piense en el aprovechamiento de Disney de temas raciales o de género para generar ganancias. Para lograrlo, deben proyectar esos problemas (y todos sus elementos relacionados) al futuro, lo que implica que esos elementos de la sociedad deben ser constantes. Como estas circunstancias sociales deben permanecer intactas, la ciencia ficción no puede mostrar cómo la ciencia irrumpiría en dichas circunstancias. Como ejemplo está Han Solo: Una Historia de Star Wars (2018). Hay una escena ridícula en la que los héroes y sus “lindos” amigos robots inician una revuelta en una colonia de mineros. En la mina tanto robots como humanoides son explotados como esclavos lado a lado. Esto plantea preguntas obvias porque pasarías por la molestia de esclavizar personas si tienes robots, pero la película no puede polemizar con los robots y recrear el drama de la explotación-esclavitud-revuelta al mismo tiempo. La necesidad de proyectar el drama de hoy al futuro inhibe a la ciencia ficción de mostrarnos el drama futuro.
También existen razones narrativas para ignorar estos aspectos. Como en toda historia, la ciencia ficción generalmente narra el viaje de un héroe que se sobrepone a obstáculos. La cultura humana está acostumbrada a que estos héroes encajen en ciertos arquetipos, como un ladrón, mago, caballero, etc. Para poder relacionarnos con estos arquetipos, el futuro no puede ser muy distinto. Consideremos por ejemplo el rol de un “Caballero” en Star Wars o una saga como Warhammer. En el último los protagonistas utilizan una armadura extremadamente fuerte que permite el combate mano a mano. En Star Wars, el concepto de los Jedi depende del uso de armas láser que disparan lentamente y pueden ser esquivadas. Si solo una persona en el futuro lejano tuviera un AK-47, ¡Los caballeros morirían instantáneamente! La narrativa requiere presentar a las audiencias en una escala mayor una amenaza a la que los héroes pueden combatir (físicamente). En esta descripción no encajan los problemas sociales estructurales. Por esto los héroes nunca se enfrentan por completo al horror tecnológico o social que el futuro puede traer.
Relacionado con lo anteriormente mencionado, algunos problemas encajan mejor que otros en el género de acción dramática. Aunque es posible abordar problemáticas económicas en un filme, la guerra resulta más interesante y lucrativa. Es por esto que Yo, Robot inicia con una interesante crítica a los robots, pero después gira a historia simplista de una guerra civil. Esto requiere a veces desaparecer por completo a la economía. ¿Alguna vez se han preguntado a qué se dedica la gente común en el futuro completamente automatizado de Star Trek, además de caminar en el fondo?
Ahora sé lo que están pensando: ¿Y Black Mirror? Bueno, es la excepción a la regla. Black Mirror presenta a las audiencias todo tipo de horrores sociales que podrían suceder realmente siguiendo el actual avance tecnológico. Para lograr esto Black Mirror debe romper con muchas “reglas” narrativas. Un episodio promedio no presenta el “viaje de un héroe” es más bien una pesadilla en la cual las cosas van empeorando lentamente y que en el mejor de los casos termina con el protagonista escapando de una mayor escalada. Y aunque tiende a ser más cercano o similar tecnológicamente a nuestra realidad (no viajes en el tiempo, etc.), socialmente es más extraño, lo que la descalifica de un blockbuster de ciencia ficción.
Si mi análisis es medianamente correcto, la ciencia ficción enfrenta serias limitantes en formar imaginarios colectivos, y debates entorno a temas que realmente importan en políticas de la vida real (no robots viajando en el tiempo o disparates de macro simulaciones). Esto no es algo nuevo, la ciencia ficción ha sido propensa a proyectar nuestras relaciones sociales actuales (relaciones laborales, estructura familiar, etc.) al futuro. Esto es lamentable, ya que este género podría ser una poderosa herramienta para desafiar concepciones o ideas. ¿Cómo puede cambiar esta narrativa?
Primeramente necesitamos tomar con más seriedad las consecuencias sociales de la tecnología. Si solo reflexionamos el impacto social de los smartphones en los últimos diez años, ¿Que provocaría la proliferación de Inteligencia artificial? Series como Black Mirror nos muestran que esto es posible, si sacrificamos ciertos hábitos narrativos. En segundo lugar, la ciencia ficción debería dar una explicación más amplia y honesta del contexto social. Es necesario tomar en cuenta que distintas sociedades crean tecnologias distintas. Las sociedades capitalistas crean tecnologías capitalistas. Si un universo de ciencia ficción incluye tecnología disruptiva a ese orden social, entonces debería ser transparente en representar un entorno económico distinto (por ejemplo el comunismo) contra el cual se desarrolle el drama del héroe. Finalmente, sería necesario deshacernos del concepto del héroe mencionado anteriormente, o por lo menos en su representación más popular. Tal vez deberíamos tener más héroes de un entorno político o de organización comunitaria (para lectores más viejos: piensen en The A-Team), ya que lidiar con amenazas reales del futuro requiere movilizaciones colectivas y soluciones.
Traducido por Sebastian Mercado