A medida que los movimientos sociales pasan de la oposición a los partidos gobernantes, siempre hay quienes cuestionan su credibilidad y veracidad a la causa. Prefiriendo el análisis serio sobre una postura intelectual, este ensayo argumenta por qué la 4T sigue siendo el camino principal de la izquierda en México.
Más que cualquier otra familia política, la izquierda ha sido históricamente propensa a conflictos internos y la deserción. Aunque la 4T ha consolidado su apoyo en la clase obrera desde la elección del 2019, un flujo constante de personas han expresado sus preocupaciones que “los de MORENA” no son la “verdadera” izquierda. Varios factores influyen en estas consideraciones: la inclusión a nivel nacional de candidatos con pasado en diferentes partidos; medidas de austeridad por la crisis sanitaria; impaciencia por el lento avance de las políticas de identidad y el ambientalismo; etc. A pesar de que es interesante reflexionar sobre estos temas, pueden nublar nuestra visión. Este ensayo presentará el caso sencillo de que la 4T de AMLO todavía está en el camino hacia una verdadera transformación de izquierda.
No tomaremos el camino fácil de señalar que: a) muchos de los “verdaderos” críticos progresistas directa o indirectamente apoyan el regreso de la derecha conservadora. La realización subconsciente de esta sencilla verdad puede alimentar una proyección agresiva (“¡Yo no soy el traidor, ellos lo son!”); b) simplemente no hay una alternativa de izquierda plausible a Morena / PT para los próximos ciclos electorales. En cambio, nos centraremos en la ruta más difícil de defender positivamente el papel esencial de la 4T en el desarrollo a largo plazo de la izquierda mexicana. El argumento se centrará en tres puntos: el contexto histórico, la relación con la conciencia de clase y los intereses de la clase trabajadora.
¿Qué es la izquierda? Esta pregunta tóxica ha descarrilado varios movimientos progresistas. Para no caer en esta trampa, comenzaremos por reconocer que existen varias teorías políticas que pueden hacer afirmaciones válidas sobre la pertenencia al espectro de la “izquierda” (comunismo, socialismo, anarquismo, etc.).
Dado que estamos hablando acerca de teorías políticas convencionales, me centraré en el socialismo, entendido mayoritariamente como un movimiento que busca redistribuir poder y recursos de las élites capitalistas hacia la clase obrera, y usar al Estado para resolver problemas colectivos. Si bien es amplia, esta definición ayuda a filtrar a algunos liberales perdidos o “progresistas” pretendientes que no se preocupan por la clase trabajadora. Dentro de este espectro, existe una variación y no se puede negar que la 4T está en el lado “más ligero” de esto, pero aquí es exactamente dónde debe estar para ser verdaderamente socialmente transformador.
1. Empezamos con la sobria verdad de que la mayor amenaza a proyectos de izquierda en Latinoamérica han sido las agresiones del imperialismo y/o élites capitalistas locales. De Honduras a Brasil, aproximadamente dos de tres partidos socialistas han visto sus proyectos desafiados o terminados por golpes de estado o intervenciones. El golpe de 2019 en Bolivia sirve como recordatorio de que esta no es una amenaza abstracta. La derecha en el continente americano es inherentemente golpista, y todo partido de izquierda necesita moverse estratégicamente si quiere sobrevivir lo suficiente para lograr un impacto. Esto tiene múltiples implicaciones.
Para empezar, subrayar la importancia de la independencia y evitar factores desestabilizadores como la deuda. La deuda externa (con el FMI) y la política exterior de Estados Unidos ha sido el motor de las reformas neoliberales en América Latina (y África y el sur de Europa para el caso). Si bien el nacionalismo y la austeridad no son recetas socialistas clásicas (aunque muchos recortes fueron a iniciativas privadas que el gobierno reemplazó por las estatales), tiene mucho sentido estratégico en el contexto mexicano. Lo mismo se puede argumentar para asegurar los recursos y el suministro de energía / combustible.
Adicionalmente, en las fases iniciales de la transformación se debe crear un frente amplio con actores de otros movimientos para evitar la desestabilización y neutralizar a la oposición golpista. Similarmente, la propaganda antisocialista es muy fuerte en Norteamérica, que la asociación directa es peligrosa. Especialmente quienes se encuentran en la izquierda radical harían bien en leer a sus propios clásicos antes de juzgar a Morena/PT por buscar alianzas, autores como Mark o Lenin (o si prefieres a un latino: Castro) en algún momento avalaron alianzas (electorales) amplias para lograr transformaciones claves.
El hecho de que la 4T es una de estas transformaciones es evidente por el hecho de que la élite capitalista (COPARMEX) literalmente ha unido explícita y abiertamente a la oposición clásica en un solo bloque bajo la coalición Va por México. Esto además de la oposición casi unida de los medios de comunicación y del poder judicial. Si bien la izquierda puede estar confundida acerca de sus rivales, la derecha nunca lo está.
2. El segundo gran obstáculo para el avance de la izquierda en América Latina es la falta de confianza y conciencia en la amplia clase trabajadora. Especialmente en México el fatalismo es extendido, ya que la población ha sido expuesta a tanto abandono, manipulación, simulación y niveles surreales de corrupción que muchos han dejado de considerar a la política como un medio para defender sus intereses. Si bien en el pasado los miembros de la clase trabajadora podrían ser sido incorporados a través del patrocinio a otros partidos, Morena es la primera articulación genuina de la voz de la clase trabajadora para lograr el éxito electoral.
Frecuentemente se hacen comparaciones de AMLO con Bernie Sanders al discutir quien es la “verdadera izquierda” en Norteamérica, con Sanders sirviendo como el ejemplo de un verdadero socialista, entre otros por tener una posición más fuerte en redistribución e impuestos. De hecho, hay muchas diferencias entre ambos, pero la más importante es que AMLO ganó al unir una coalición real de trabajadores urbanos y agricultores, algo que Bernie nunca logró. La simple verdad de que necesitas ganar para transformarte siempre ha sido particularmente difícil de tragar para los elementos marginales de la izquierda que están más preocupados por su virginidad intelectual (¿impresiona a los estudiantes, supongo?) que por la realización efectiva del socialismo.
Sin embargo, la verdadera relevancia histórica y la necesidad de la 4T no radica en su victoria electoral, sino en el hecho de que mantuvieron su palabra en casi todas sus promesas políticas. Es un hecho empírico que AMLO cumplió con sus promesas de políticas públicas -aunque pronto discutiremos porque tu Tía cree que no. Si bien se encuentran disponibles listas más extensas, una simple referencia son las diez propuestas de la Consulta Popular en noviembre de 2018. Desde subir las pensiones o el salario mínimo, hasta el Tren Maya o crear 400,000 puestos de trabajo plantando árboles: todas estas cosas, a pesar de la pandemia, se realizaron o se iniciaron. No menciono esto como un punto de venta barato o trivial. La realidad de que la gente votó por un candidato que literalmente llevó a cabo su programa y que resultó en cambios materiales directos para el 70% de la población es nada menos que histórica, y no solo dentro del contexto mexicano. La simple retroalimentación de votar (o protestar) y ver las consecuencias es un elemento crucial para establecer la conciencia de clase y, por lo tanto, una base de CUALQUIER proyecto de izquierda en México.
Ahora bien, ¿por qué lo que acabo de escribir les parece falso a algunos de ustedes? Esto probablemente tenga que ver con uno de cuatro factores: a) confunde que no le guste las (implementaciones de) promesas con que no se cumplan; b) está decepcionado por cosas que el gobierno no hizo, pero que tampoco prometió en su programa; c) Sucedió, pero te lo perdiste debido al “apagón” de los medios de comunicación, por ejemplo, la igualdad de salario para hombres y mujeres; d) confunde el cambio de políticas con los resultados actuales y espera resultados a corto plazo de los planes a largo plazo. Un ejemplo de esto último son las personas que se quejan de la inestabilidad de los precios del petróleo, mientras que los planes para lograrlo (construir una refinería, reformar el mercado) aún no se han completado. E incluso si esto fallara, no significa que no se intentaron las políticas prometidas. Lo que importa por el bien de nuestro argumento es que la clase trabajadora sabe y se está consolidando en torno a este programa con pasión.
3) Un tercer riesgo a la izquierda es perder el contacto con su base de clase obrera. Primero explicaré como es que la 4T pasa esta prueba, y después como puede ser malentendida. Hasta el momento hemos visto una muy clara preferencia política por los trabajadores y otros grupos desfavorecidos, en general el 70% más pobre de la población. Esto se traduce no solo en una señal de humildad y respeto, sino en cosas muy concretas: apoyo en ingresos para las madres trabajadoras; transferencias de efectivo a familias pobres con niños en la escuela; una pensión universal (más de 8,000,000 de adultos mayores) que también recibirán las personas que todavía trabajan o trabajaron informalmente; aumentos en generales de las pensiones; aumentos sustanciales del salario mínimo; aumento de apoyos para personas con discapacidades; pagos directos a 420,000 agricultores; programas masivos de empleo juvenil (350,000 personas); y un enfoque en la inversión pública en los estados y comunidades más pobres, solo por nombrar algunos.
Pero para algunos, este tipo de cambios no cuentan propiamente como de izquierda. En algunos casos, es porque estos actores “progresistas” (moldeados por Denisse Dresser) simplemente nunca se preocuparon o ni siquiera registraron la diferencia que hacen tales políticas sociales.
Nunca les ha importado o han notado las diferencias que dichas políticas sociales han hecho. Fifís en el fondo, muchos progresistas ven a la base de Morena con desprecio, una masa de ignorantes que merecían un mejor amo que los que tenían en el pasado. Por un tiempo fueron “aliados por conveniencia” que casi por accidente terminaron en la izquierda por querer sobresalir o ser respetados por ser críticos en los tiempos del PRIAN. Desafortunadamente, muchos farsantes con libreros decorativos nunca fueron socialistas en el fondo, más bien son europeos wanna-be.
Además, algunas personas más ricas podrían tener realmente dificultades para apreciar estos cambios, ya que les parecen insignificantes. Esto tiene que ver en gran parte con una subestimación de la magnitud de la pobreza y no entender qué diferencia pueden hacer mil pesos para las personas que no pueden pagar el desayuno. A partir de marzo de 2021, CONEVAL establece la pobreza extrema como tener ingresos mensuales menores a 1,326 pesos en áreas rurales y a 1,741 en ciudades. Y la pobreza como tener ingresos menores a 2,606 pesos en el campo y 3,717 en áreas urbanas. Ahora se puede comprender el gran impacto que puede tener, por ejemplo, casi cuadriplicar la pensión mínima en las personas que vivían con menos. Es posible que el aumento del salario mínimo no parezca mucho en comparación con lo que ganas, pero tales cantidades parecen mucho mayores cuando se miran desde abajo. Por supuesto, hay mucho margen de mejora (y seguiré escribiendo propuestas para hacerlo), ya que la 4T falla en algunas políticas sociales clave. Sin embargo, esto debe evaluarse en el contexto de las restricciones presupuestarias y la necesidad de construir primero el poder suficiente para lograr una mayor redistribución o nuevos impuestos sin provocar un golpe de Estado.
Por último, el hecho de que AMLO cumpla tan fielmente sus promesas es la razón por la que puede parecer poco progresista. La atención a políticas para la clase obrera absorbe recursos de otras áreas. En la educación, por ejemplo, el enfoque es claramente asegurar que millones de niños terminen la preparatoria, en lugar de expandir programas de posgrado. En otras áreas como la ecología esto puede llevar a controversias genuinas con otros actores progresistas. Probablemente el mayor obstáculo para ir más hacia la izquierda es la promesa del presidente de no aumentar impuestos, lo que ciertamente limita el alcance de esta transformación. Sin embargo, nada de lo anterior debería llevar a la conclusión de que la 4T no es de izquierda.
De manera similar, la sensibilidad populista a las preocupaciones y la cultura de la clase trabajadora establece ciertas rupturas en la rapidez con que la 4T puede aprobar una agenda cultural y ética “progresista”. Si bien esta agenda y sus resultados son subestimados por los medios de comunicación, por ejemplo, la mejora en la posición de la mujer, no avanza tan rápido como les gustaría especialmente a los jóvenes. De hecho, culturalmente no somos Dinamarca, ni estamos cerca de serlo. Una vez más, nuestro análisis debe ser estructural: es estratégicamente necesario evitar caer en un elitismo cultural progresista que divide a la izquierda en una parte “hípster” y una proletaria. Se debe luchar por los cambios progresivos, pero siempre desde el fondo social, más que como demandas culturales, pero ese tema es para otro momento.
Para concluir: la cuarta transformación ha ido por el camino que cualquier movimiento de izquierda de masas que sea serio sobre efectividad a largo plazo debe caminar. Cierto, puede fácilmente ser flanqueada por la izquierda por varios movimientos, ideologías y propuestas (incluyendo la mía). Cierto, esto viene con desvíos, pragmatismo o errores rotundos, pero el movimiento no es menos honesto en su misión histórica de abrir la puerta a políticas de izquierda. Sin demostrar la capacidad de lograr un cambio a través de la movilización, sin establecer una relación genuina con la mayoría y sin antes asegurar una posición de fuerza frente a una oposición unida, CUALQUIER proyecto de izquierda no tiene posibilidades en América del Norte. Si no tienes el valor para apoyar el único proyecto de izquierda exitoso en un siglo durante tiempos difíciles, ¿qué harás cuando comience una verdadera guerra de clases?
Traducido por Sebastian Mercado